La motivación y las emociones positivas, a la hora de aprender, son unas herramientas muy poderosas, ya que dirigen el sistema de atención y están íntimamente relacionadas con los procesos de memoria.
El tálamo es clave para dirigir la atención a estímulos relevantes, pero no solamente es una estructura que forma parte del sistema de atención, sino que, también, forma parte del sistema de motivación. Y sin atención o motivación no hay aprendizaje o dicho aprendizaje es mucho menor.
El tálamo es clave para dirigir la atención a estímulos relevantes, pero no solamente es una estructura que forma parte del sistema de atención, sino que, también, forma parte del sistema de motivación. Y sin atención o motivación no hay aprendizaje o dicho aprendizaje es mucho menor.
A mayores, quiero destacar el papel que tienen el tálamo y el hipotálamo en la memoria. Los núcleos anteriores y dorsomediales del tálamo, los cuerpos mamilares y dos haces de fibras relacionados (el haz mamilotalámico, que conecta el complejo hipocámpico medial con los núcleos anteriores del tálamo, y la vía amigdalofugal que conecta la amígdala con los núcleos dorsomediales) crean la participación extensa y compleja que desarrolla el cerebro para codificar y crear lo que denominamos memoria (Gramunt, 2010; citado en Torres, Díaz, Zúñiga, Navia, & Zamora, 2015).
David Bueno, doctor en Biología y profesor de Genética en la Universidad de Barcelona, en ¿cómo funciona el cerebro de un adolescente? señala que la motivación también supone un aporte extra de oxígeno y de glucosa que permite al cerebro funcionar con más eficiencia y más tiempo. Por este motivo, indica que la motivación es placentera, puesto que hay más energía y el cerebro funciona holgadamente; y este sentimiento de placer y recompensa hace que todo lo que se aprenda en este circuito, el cerebro lo valore como positivo. Por ello, el juego constituye un elemento fundamental en el aprendizaje, ya que el juego motiva.
Por otra parte, las emociones positivas son muy importantes para el aprendizaje, dado que mejoran nuestra comprensión, recuerdo y motivación para el mismo. David Bueno apunta que aprender con alegría es aprender con confianza y que existe otra emoción también muy importante para el aprendizaje: la sorpresa. La sorpresa tiene muchas ventajas, entre ellas, la que destaca, es que para responder a ella se activa el tálamo. Por consiguiente, las emociones alegría y sorpresa son clave para el aprendizaje, porque no solo dirigen la atención y motivación, sino que generan confianza, placer y recompensa.
En este sentido, existen estudios que han encontrado que el afecto positivo lleva a una mayor flexibilidad en el procesamiento cognitivo (Baumann & Kuhl, 2005; Dreisbach & Goschke, 2004; Isen, 2004; citado en Rodríguez, Meilán, Carpi, & Palmero, 2008) o a mayores índices de ejecución en tareas de alto orden intelectual, funcionamiento ejecutivo o creatividad (Ashby, Isen, & Turken, 1999; citado en Rodríguez, Meilán, Carpi, & Palmero, 2008).
Asimismo, estudios recientes confirman que es necesario emocionarse para aprender e incluso que "el cerebro necesita emocionarse para aprender" (Torres, 2016). No obstante, por los datos expuestos hasta ahora, todavía podemos afinar más esta afirmación al indicar que "los cerebros precisan emocionarse positivamente para aprender".
Adicionalmente, quiero resaltar otro punto relacionado con el aprendizaje, la importancia que le debemos otorgar al aprendizaje procedimental implícito, el cual es primordial para el desarrollo de cualquier actividad motora o cognitiva. En virtud de ello, David Bueno manifiesta en ¿cómo funciona el cerebro de un adolescente? que "en educación primaria y en secundaria, pero especialmente en primaria, el resto de asignaturas deberían construirse encima de la Música, la Educación Física y la Plástica", puesto que conforman la adquisición de un conjunto de destrezas y estrategias cognitivas que se “activan” automáticamente y de forma no consciente ante la demanda de cualquier tarea académica y/o de la vida diaria y, por ende, son de suma importancia. Por ejemplo, al lanzar una pelota a una canasta se tienen que secuenciar los movimientos, así, la parte del cerebro que aprende a secuenciar los movimientos es la misma que luego permitirá secuenciar cualquier otra actividad.
Por último, también quiero enfatizar el hecho que cuantas más conexiones haya en un aprendizaje y mayor número de áreas del cerebro conecte, mejor lo recordaremos y con más eficiencia lo podremos utilizar. De acuerdo con esto último, David Bueno expresa en ¿cómo funciona el cerebro de un adolescente? que “el aprendizaje debe ser lo más transversal y contextualizado posible”, aunque este mensaje se puede extrapolar a cualquier edad.
Así pues, por todo lo expresado anteriormente, concluyo que un aprendizaje significativo y feliz con un feedback específico y positivo debe ser el objetivo de TODO educador y que no se debe obviar la importancia de la contextualización como elemento facilitador del aprendizaje significativo.
Así pues, por todo lo expresado anteriormente, concluyo que un aprendizaje significativo y feliz con un feedback específico y positivo debe ser el objetivo de TODO educador y que no se debe obviar la importancia de la contextualización como elemento facilitador del aprendizaje significativo.